3/10/08

Mis perros amados : la historia de Liz





Laika hoy inauguro una serie dentro del blog, está dedicada a los perros o animales que amé y que hoy amo, y también a los que de alguna manera han quedado grabados en mi corazón. Comienzo con Liz, mi amada perrita, quiero que sepas como llegó a mi vida. Fue de una manera casual, sin buscarla un buen día tuve que tomar la decisión de tenerla o no. En esos tiempos buscábamos tener un perrito pues ya mi papá me había pedido uno, yo me inclinaba por una cocker o tal vez un yorkshire, como vez aún no sabía nada de la realidad de los perros mestizos o abandonados. Como familia necesitábamos tener nuestro propio perro, con ello tratábamos de alejar el recuerdo de Leo un precioso yorki que compartió con nosotros su corta vida y del que te contaré también su historia. Como sabes yo trabajo en una biblioteca por lo que tuve que ir a la casa de mi antiguo profesor a apoyarlo en el almacenamiento de sus materiales donados al local en el que trabajo. El tenía una fox terrier que tuvo una sola cría nacida por inseminación a la que conocí de casualidad a las semanas de nacida. "Gala ha tenido una bebé " me dijeron y me llevaron a donde estaban madre e hija, ahí conocí a quien luego sería llamada Liz . Verlas fue como un cuento luminoso y mágico pues ambas estaban echadas en una camita de minbre alumbradas por un luz tenue que producía efectos difuminados en la habitación. Apenas cogí a la cahorrita, la mota de pelos blancos me acarició con su lenguita en mi cuello y al bajarla sorprendida me lamió en mi muñeca. Yo salí en éxtasis llena de emoción por ese contacto amoroso de un ser tan pequeñito y vulnerable. La vendían y luego me desanimé ya que según la Internet los fox son perros muy voluntariosos y que requieren mucho ejercicio, lo que no suelo hacer con regularidad.Como en realidad yo andaba la búsqueda de un faldero no insistí más. Dos meses después Liz se encontraba sin casa pues ya la familia había decidido que se quedarían solo con la madre. Y yo también casualmente estaba ahí en el momento preciso cuando me dijeron que me la regalaban si yo quería, aunque Liz ya era muy grande para sus dos meses y medio y no se parecía en nada al atado de pelos blancos que me había encandilado, acepté pues me dio pena que no tuviera donde ir. Pasé por ella luego de mi trabajo y cargada me la llevé a casa. Así han pasado cinco años de una historia llena de amor y alegría pues Liz es el encanto, el tesoro bonito del que solo pueden venir las cosas buenas. Gracias a la familia que me la regaló, gracias Denis¡¡¡

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