25/3/09

"El diario de Dachau" de Edgar Kupfer-Koberwitz o´porque no debemos hacer sufrir a los animales

Este hombre llamado Edgar Kupfer-Koberwitz fue un judío que vivió el horror de la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Dachau, nació en Alemania en 1906 y fue tomado prisionero por los nazis por ser algo así como un "librepensador". Recluído a la despensa los 3 ultimos años del fin del horror y la derrota de los nazis, escribio un diario como podía robando papeles y lapicitos.
Este diario, que testimonia la crueldad vivida día a día, sería donado a la Universidad de Chicago en 1954. Aquí algunos fragmentos de sus pensamientos, que Laika y yo les mostramos emocionadas porque son las palabras de un hombre sufrido que en el dolor comprendió el dolor no solo de los hombres y mujeres que lo rodeaban sino el dolor de los otros, de los animales , los otros seres que nos acompañan en este tránsito por la Tierra.
Querido amigo:
Querías saber por qué no como carne y te preguntas por las razones de mi comportamiento. Tal vez pienses que hice una promesa - alguna clase de penitencia - negándome los gloriosos placeres de comer carne. Recuerdas los jugosos filetes, los pescados suculentos, las maravillosas salsas, el jamón exquisitamente ahumado y mil maravillas preparadas con carne, deleitando a millares de paladares humanos; ciertamente, recordarás la exquisitez del pollo asado. Ahora que yo rechazo todo esos placeres, tú piensas que sólo la penitencia, o un voto solemne, un gran sacrificio, podría negarme esa manera de disfrutar de la vida, e inducirme a soportar tan gran renuncia.
Con aspecto asombrado, me preguntas: "Pero, ¿por qué y para qué?" Y crees que casi adivinas el auténtico motivo. Pero si ahora trato de explicarte las verdaderas razones en una breve frase, te asombrarás, una vez más, de lo lejos que se hallaba tu conjetura de mis motivos reales. Escucha lo que tengo que decirte:
- Me niego a comer animales porque no puedo alimentarme del sufrimiento y la muerte de otras criaturas. Me niego a hacerlo, porque yo mismo sufrí de una forma tan dolorosa que puedo sentir el dolor de otros al recordar mis propios sufrimientos.
- Yo me siento feliz, nadie me persigue; ¿por qué iba yo a perseguir a otros seres o a hacer que fueran perseguidos?
- Yo me siento feliz, no soy un prisionero, soy libre; ¿por qué iba yo a hacer que otras criaturas fueran apresadas y metidas en la cárcel?
- Yo me siento feliz, nadie me lastima; ¿por qué iba yo a lastimar a otras criaturas o a hacer que las lastimaran?
- Yo me siento feliz, nadie me mata; ¿por qué iba yo a herir o a matar a otras criaturas o hacer que las hiriesen o las matasen por mi placer y conveniencia?
¿No es sencillamente algo natural, el que yo no inflija en otras criaturas aquello que, espero y temo, nunca será infligido en mí? ¿No sería muy injusto hacer tales cosas sin otro propósito que el de gozar de un frívolo placer físico a costa del sufrimiento de otros, de la muerte de otros?(...)

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